Con las ideas y principios citados- espacio interior que determina la forma exterior, materiales y métodos, naturaleza y entorno, como lápices a merced de su mano- Frank Lloyd Wright continuó diseñando edificios que cambiarían la faz de la arquitectura en todo el mundo.
Para su actividad escogió el nombre de “arquitectura orgánica”, un término que se debía a su “lieber Meister”, Louis Sullivan, si bien en su interpretación y ejecución del término llegaría mucho más lejos que Sullivan. Wright definió en ocasiones la arquitectura orgánica como una arquitectura en la cual las partes están referidas del todo, al igual que el todo a las partes: continuidad e integridad. Pero en un sentido más amplio y profundo, decía que- independientemente de cuándo haya sido construido- un edificio orgánico siempre armoniza con el presente, con el entorno y con el hombre. Si se toma esta definición como una directriz, es posible seguir la evolución de las grandes construcciones de todas las grandes épocas; y a la inversa, se pueden desenmascarar numerosas aventuras en el arte arquitectónico como nuevas manifestaciones de la moda o engaños.
El trabajo de Wright siguió la misma evolución que su personalidad, siempre creativa. Partiendo del edificio de oficinas para la Larkin Company , pesado y escultural, 30 años después realizaría el edificio para la compañía S.C. Johnson and Son, una construcción fluida, plástica, curvilínea, ligera y etérea. A partir de los planos formales, en “esfinge” del Hotel Imperial y de los “ Midway Gardens”, desarrollaría, también 30 años más tarde, el concepto definitivo para el espacio fluido en el Guggenheim Museum. Desde la sencilla casa para Thomas Gale, construida en 1909 en una pequeña parcela en la Pradera del Midwest, en Oak Park (Chicago), llegaría al proyecto de las terrazas de hormigón y piedra de “Fallingwater”, célebre en todo el mundo, construida para Edgar kaufmann sobre una cascada en una cañada frondosa de Pensilvania. Sesenta años separan el molino “Romeo y Julieta”, una torre de madera sobre una base de piedra reforzada, de la inauguración de la torre H. C. Price en Bartlesville, Oklahoma, en el año 1956. Partiendo de la belleza estática del Unity Temple, un monolito cúbico, en el que la luz entra por las ventanas del lienzo alto y por el techo, dibuja, algo más de medio siglo más tarde, los planos de la sinagoga Beth Sholom, un edificio que parece hecho y rodeado de luz.
Las formas en cada uno de estos ejemplos son distintas, pero los principios son los mismos. La fe en la validez de estos principios y la estricta adhesión a ellos fueron la fuerza motriz de los trabajos de Wright.
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