Ed. La Isla, año 1963. Tamaño 20 x 11,5 cm. Traducción de Luis Fabricant. Usado excelente, 202 págs. Precio y stock a confirmar.
Walter Gropius (1883-1969) fue un arquitecto alemán, fundador y director de la Bauhaus entre 1919 y 1928, figura clave en la renovación arquitectónica del siglo XX. Tenía veintitrés años cuando se le confió el primer encargo de arquitectura: la construcción de un grupo de casas rurales.
A los veintiocho, daba a la arquitectura contemporánea una de sus obras fundamentales: el establecimiento Fagus. El joven Gropius había estudiado en Berlín y en Munich. Trabajó en la primera de estas ciudades, de 1907 a 1910, con Peter Behrens, el primer arquitecto contratado por una gran empresa industrial como responsable artístico: es ésta una circunstancia que hay que considerar determinante para la orientación ideológica de Gropius, el cual ha planteado siempre el problema de la edificación en nuestro tiempo en relación con el sistema industrial, con la producción en serie.
Llegará incluso hasta el extremo de considerar el edificio como un producto directo de la industria y fundará en 1943, junto con Konrad Waschsmann, una empresa de edificaciones prefabricadas. Las oficinas Fagus, de arquitectura revolucionaria, le dieron en 1911 una fama que confirmó en Bolonia, en 1914, al construir para la exposición del Werkbund un palacio para oficinas de atrevida concepción estructural, estética y técnica.
La guerra interrumpió su actividad de constructor, reclamado al frente. Pero durante aquellos años fue madurando en su ánimo la conciencia de que tenía un deber humano muy elevado que cumplir: la arquitectura había de desempeñar un papel en el problema social que la posguerra plantearía con toda gravedad; y este problema social había de fundirse con el estético. Al servicio de esta idea, se aparta de los movimientos expresionistas y se dedica a la enseñanza.
En 1919, perfeccionando una precedente iniciativa de Henri van de Velde, funda Gropius en Weimar la escuela llamada Bauhaus, a la que está especialmente vinculada su celebridad. En ella aprendieron los mejores artistas alemanes, rusos, eslavos y holandeses los principios artísticos, teóricos y técnicos; la escuela se convirtió en un centro de vida y trabajo común. En el Bauhaus ideó Gropius su proyecto de “teatro total”; y allí escribió sus obras más importantes, Internationale Architektur y Bauhausbauten in Dessau.
La escuela, que se había trasladado de Weimar a Dessau, ocupaba el más bello edificio construido por Gropius; pero el acento revolucionario de su obra era tan patente y tan opuesto al nacionalismo de Hitler, que éste ordenó su clausura en 1933. Gropius, que ya en 1928 había tenido que marchar a los Estados Unidos, pero que había vuelto a ejercer su profesión en Berlín, tuvo que salir de nuevo, después de la clausura de Bauhaus, y esta vez definitivamente.
Permaneció de 1934 a 1937 en Inglaterra, donde construyó numerosos edificios; de allí marchó a los Estados Unidos, donde desempeñó la cátedra de Arquitectura en la Universidad de Harward. En 1954 le fue conferido en San Pablo el primer “Gran Premio de Arquitectura”, y en 1956, en Londres, la Medalla de Oro de la Arquitectura. Pero estos honores oficiales no bastaron para borrar del rostro de este perfecto europeo, carente de vanidad, la huella de melancolía producida por su exilio.
Su vida fue una constante y generosa entrega de sí mismo. Las últimas muestras de su obra arquitectónica fueron la construcción del complejo universitario de Bagdad (1960); la embajada de Estados Unidos en Atenas (1961); el edificio de la Pan Am, Grand Central City Building, en Nueva York (1963) y el edificio John Kennedy en Boston (1964), entre otros. Cabe citar también alguna de sus publicaciones: Rebuilding our Communities (1946); Architecture and Design in the Age of Science (1952) y el presente Alcances de la arquitectura integral (Scope of Total Architecture, 1955).
El breve Prefacio que a continuación transcribimos es presentado a nuestros lectores bajo el antojadizo nombre de Declaración de Principios:
“La creación y el amor a la belleza son elementos primordiales para la experiencia de la felicidad. Una época que no reconoce esta verdad básica no logra la articulación del sentido visual; su imagen se mantiene difusa, sin perfiles claros, sus manifestaciones no llegan a deleitarnos.
Desde mi temprana juventud, he tenido aguda conciencia de la caótica fealdad de nuestro ambiente moderno —obra del hombre—, comparado con la unidad y belleza de las ciudades antiguas, preindustriales. En el curso de mi vida, creció continuamente mi convencimiento de que la práctica usual de los arquitectos, de mitigar aquí y allí la pauta desquiciada, mediante un edificio hermoso, es la más inadecuada y que debemos hallar en cambio un nuevo conjunto de valores, basados en factores constitutivos tales que generen una expresión integrada del pensamiento y el sentimiento de nuestro tiempo.
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Fábrica Fagus de sabates |
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Exposició Werkbund Köln |
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Escola de la Bauhaus |
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Teatre Total |
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Colonia Torten |
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Casa de Walter Gropius |
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Casa de Walter Gropius |
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MetLife |
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Clark Art Institute |
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House am Horn, 1923 |
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Museo de Bauhaus , Berlín |
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Casa Weissenhof |
Cómo podría lograrse semejante unidad para llegar a constituir la pauta visible de una auténtica democracia— tal es el tópico de este libro. Se basa, esencialmente, en artículos y conferencias escritos —con algunas ex¬cepciones— durante los años que viví en la Universidad de Harvard como director del Departamento de Arquitectura (1937-1952).”